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Derechos sexuales y reproductivos
Así logramos que la violencia reproductiva fuera reconocida como una de las verdades del conflicto armado colombiano
Un recorrido por nuestro camino en la búsqueda de verdad, justicia y reparación para las víctimas de este tipo de violencia.
País: Colombia
Fecha: 08/07/2022
Helena, víctima de violencia reproductiva de las Farc © Laura Martínez Valero/Women's Link Worldwide
La Comisión de la Verdad de Colombia (CEV), una institución que fue creada por el acuerdo de paz entre el Estado y la extinta guerrilla de las Farc, con el fin de esclarecer y explicar lo que pasó en el conflicto armado colombiano y sentar las bases para que no vuelva a repetirse, presentó su informe final. Entre los cientos de temas y testimonios que expone hay uno vital para la garantía de los derechos sexuales y reproductivos: reconoce que en la guerra se cometieron violencias reproductivas, entre ellas la planificación y el aborto forzado contra combatientes y niñas reclutadas.
“La violencia reproductiva, relacionada con el control de la reproducción y la maternidad, fue una violencia contra las mujeres que se presentó principalmente al interior de las filas de las Farc y no fue algo ocasional o aislado”, se lee en una de las páginas del texto. Es la primera vez que una comisión de la verdad usa la categoría de violencia reproductiva. Es algo histórico y en Women’s Link estamos muy orgullosas de haber aportado a que esta verdad haga parte de la historia del conflicto armado colombiano y de ser pioneras en la búsqueda de justicia y reparación para las víctimas de este tipo de violencia.
Por años, medios de comunicación e informes de ONG reportaron abortos forzados dentro de los grupos armados ilegales, pero no había esfuerzos por buscar verdad, justicia y reparación para las víctimas. Desde nuestros inicios como organización hemos defendido la autonomía reproductiva de todas las mujeres. Esto quiere decir que civiles, combatientes y excombatientes tienen derecho a optar por la maternidad o no. Nadie, ni el Estado, ni los actores armados pueden decidir por ellas.
Fue así como en 2014, mientras se negociaba el acuerdo de paz, empezamos a explorar diferentes caminos para que las víctimas de violencia reproductiva vieran reconocidos sus derechos. En un inicio intervinimos en calidad de amicus en un proceso judicial contra alias Karina, excomandante del Frente 47 de las Farc, y otros ocho exintegrantes de esta guerrilla, para que se tuvieran en cuenta los abortos forzados. Gracias a esta intervención, hace pocas semanas un juzgado reconoció que el control a la natalidad fue una práctica sistemática y generalizada y una forma de violencia basada en el género.
Así fuimos ganando experiencia y conocimos a una mujer llamada Helena, víctima de violencia reproductiva en las filas de las Farc. Cuando tenía 14 años fue reclutada de manera forzosa en una zona rural y, posteriormente, obligada a tomar anticonceptivos y a abortar, a pesar de que ella quería ser mamá. Al escucharla entendimos que su historia era emblemática porque representa lo que muchas niñas y mujeres campesinas que fueron reclutadas ilícitamente y que hicieron parte de grupos armados ilegales vivieron durante el conflicto armado. Le ofrecimos representarla y ella confió en nosotras para hacerlo.
Uno de los grandes problemas que enfrentan las víctimas como Helena es que están completamente desprotegidas por el Estado: bajo las leyes colombianas muchas de ellas no son reconocidas como víctimas del conflicto armado, menos aún como víctimas de violencia reproductiva. Como consecuencia no tienen acceso a medidas de reparación. Tampoco era claro que el derecho internacional humanitario las protegiera ya que se enfoca en la población civil y regula lo que un grupo armado le hace a su enemigo, pero no lo que pasa en su interior. Así, caen en un vacío legal.
En Women’s Link usamos el derecho de forma creativa y asumimos el reto de superar estos obstáculos legales. Luego de acudir a varios jueces, el caso de Helena llegó a la Corte Constitucional de Colombia en el año 2019 y obtuvimos una victoria histórica que reconoció que era víctima del conflicto armado y que debía ser reparada por lo que le pasó. Era la primera vez que una autoridad le decía a Helena que creía en su historia, pero además, la sentencia fue reconocida en círculos jurídicos internacionales como una de las pocas en el mundo que protege a las víctimas de violencias de género dentro de grupos armados. Hoy otras organizaciones que representan víctimas con historias similares a la de Helena la usan para que sean reparadas.
Pero allí no nos detuvimos, en ese mismo año presentamos a la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), el tribunal de justicia transicional creado en el acuerdo de paz, el primer y único informe centrado en violencia reproductiva y logramos la acreditación de Helena como víctima en el caso 007, sobre reclutamiento y utilización de niñas y niños en el conflicto armado colombiano. Hemos logrado que dentro de este caso se reconozca que este tipo de violencia fue prevalente y que se priorice su investigación. Igualmente, en el 2020, presentamos a la CEV el informe Una violencia sin nombre: violencia reproductiva en el conflicto armado colombiano, que incluyó el caso de Helena como representativo, y en el que contamos cómo este tipo de violencia fue ejercida por guerrillas y por paramilitares.
Todos los esfuerzos que hemos hecho desde el 2014 y junto a Helena siguen dando frutos. El reconocimiento que hizo la CEV es muy importante porque visibiliza la violencia reproductiva como lo que es, sin difuminarla junto con otros tipos de violencias de género igualmente graves, como la violencia sexual. No solo afirma que la violencia reproductiva dejó graves secuelas en las mujeres, sino que además da importantes recomendaciones al Estado colombiano, entre ellas que la Ley de Víctimas en Colombia sea reformada e incluya a todas las mujeres que, como Helena, fueron víctimas de este tipo de violencia.
Igualmente, pide fortalecer la atención en salud para atender los impactos particulares y desproporcionados que hechos como las violencias sexuales y reproductivas generan en las víctimas. Esta es una de las razones por las que es crucial nombrar y reconocer la violencia reproductiva, que las reparaciones sean adecuadas. Por ejemplo, un aborto realizado contra los deseos de la mujer y en condiciones inseguras requiere atención en salud especializada que no suele estar incluida en las que reciben las víctimas de violencia sexual.
Todo este camino no hubiera sido posible sin mujeres como Helena. Ella en el fondo sabía que era justo ser reconocida y reparada por lo que le pasó, pero también buscaba que ninguna mujer o niña pase por lo que ella vivió. En Women’s Link sabemos que la violencia reproductiva ocurre en todo tipo de contextos. Por eso seguiremos trabajando para que en tiempos de guerra o de paz, las víctimas obtengan justicia y para que la autonomía reproductiva de todas las mujeres sea respetada.
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